¿Cómo afecta el alcohol al sistema digestivo?

Los efectos del alcohol en el organismo resulta muy perjudiciales tanto a corto como a largo plazo. Aunque para muchas personas el alcohol es un aliado perfecto para pasar un rato divertido y agradable, lo cierto es que produce una serie de efectos negativos sobre nuestra salud, tanto física como mental. Afecta a todos nuestros sentidos y es el peor enemigo para nuestro cerebro y nuestro estómago, y es el desencadenante de numerosas enfermedades hepáticas. A continuación, te indicamos cómo afecta el alcohol al sistema digestivo y de qué manera todos los órganos que lo componen resultan seriamente perjudicados.

Cómo afecta el alcohol al sistema digestivo

Si bien es cierto que cada persona es diferente y puede beber unas cantidades de alcohol distintas al resto, la tolerancia de alcohol en sangre es igual para todo el mundo. Es importante conocer las limitaciones de cada uno y escuchar al cuerpo. No bebas alcohol si sufres gastritis crónica, problemas en el hígado o el páncreas o piensas que tienes intolerancia al alcohol. Solo así evitarás levantarte a la mañana siguiente con dolores intensos en la zona abdominal, además de dolor de cabeza y malestar generalizado.

Efectos del alcohol en el sistema digestivo

Que el alcohol afecte al sistema digestivo quiere decir que nuestro estado físico también se verá afectado, aunque no seamos conscientes de ello en un primer momento. Abusar del alcohol puede provocar daños irreversibles en nuestro estómago, hígado y páncreas, tal como les sucede a las personas que tienen problemas de alcoholismo. De entre los efectos nocivos del alcohol en el sistema digestivo, destacamos los siguientes:


  • No nutre (aunque pensamos que quita el apetito) y puede provocar desnutrición.
  • Aumenta la producción de ácido gástrico, responsable de la irritación e inflamación en las paredes del estómago. A largo plazo, podrían producir cirrosis, úlceras y perforaciones de la pared gástrica.
  • Afecta a la función de los riñones, reduciendo así los niveles de la hormona antidiurética y provocando deshidratación.
  • Aumenta el riesgo de padecer cáncer de estómago, de laringe, esófago y páncreas.
  • Puede provocar pancreatitis crónica, diabetes tipo II y hepatitis alcohólica.