Efectos del alcohol en el cerebro

Los efectos del alcohol en el organismo son muy numerosos, tanto a corto como a largo plazo, especialmente si se consumen bebidas alcohólicas con frecuencia. En nuestra sociedad es habitual tomar alcohol en acontecimientos importantes (bodas, reuniones familiares, fiestas con amigos, etc.), pero muchas veces no somos conscientes de que su abuso puede generar multitud de daños a los distintos órganos de nuestro cuerpo. Además de que el alcohol afecta a nuestro sistema nervioso en gran medida, es conveniente conocer los efectos del alcohol en el cerebro. 

El cerebro es uno de los órganos más importantes del cuerpo y uno de los más afectados por el consumo del alcohol, además del hígado y el estómago. El consumo de alcohol altera las funciones cerebrales, desde las emociones (cambios drásticos de humor) hasta los procesos de pensamiento y de juicio. Aunque cada persona es diferente y tolera el alcohol de manera distinta, la ingesta de alcohol perjudica a todos por igual. Por ello, queremos indicarte cuáles son los efectos del alcohol en el cerebro y de qué manera influye en el funcionamiento de nuestro sistema nervioso central.

¿Cómo afecta el alcohol al cerebro?

Un consumo excesivo de alcohol puede causar daños irreversibles a las células cerebrales, algo muy frecuente en las personas con problemas de alcoholismo. Así, de entre los efectos nocivos del alcohol en el cerebro, destacamos los siguientes:



  • Afecta a las funciones cerebrales y podría alterar el control motor (cambios de humor, reacciones más lentas, mala pronunciación al hablar, pérdida del equilibrio,...).
  • Altera la acción de los neurotransmisores: disminuye la alerta y el autocontrol, retarda los reflejos, produce cambios en la visión, pérdida de la coordinación muscular, alucinaciones, etc.
  • Daña las células cerebrales de forma irreversible.
  • Produce periodos de amnesia, alteraciones en la memoria, en la concentración y en la conciencia de diversa duración (minutos, horas, e incluso, días).
  • Causa trastornos de sueño.
  • Aumenta el riesgo de padecer depresión, ansiedad y estrés.
  • Impide el correcto desarrollo cerebral en los adolescentes.