El yogur es tu aliado contra la intolerancia a la lactosa

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Muchas personas sufren en la actualidad la llamada intolerancia a la lactosa, un trastorno intestinal causado por una mala absorción de la lactosa, el azúcar naturalmente presente en la leche. Esta absorción deficiente del azúcar lácteo provoca malestar abdominal, diarrea y otras dolencias que merman la calidad de vida de quien no es correctamente diagnosticado.

Por eso, muchas personas con este problema consideran que deben evitar tomar cualquier alimento derivado de la leche, entre los que se encuentra el yogur. Pero nada más lejos de la realidad.


El yogur es un producto elaborado a partir de la fermentación de la leche, y ya los antiguos pueblos de la actual Bulgaria lo preparaban hace la friolera de 4000 años. Lo que mucha gente desconoce es que en el proceso de fermentación de la leche para obtener yogur, la bacteria encargada de esta tarea convierte la lactosa en ácido láctico, por lo que apenas quedan restos de este azúcar en el yogur que nos comemos: unos escasos 4 gramos que además son digeridos por los fermentos lácticos del propio yogur, que llegan vivos a nuestro estómago para hacernos la vida más fácil, encargándose además de darle su textura y sabor inconfundibles.

Por si fuera poco, el ácido láctico resultante de la transformación de lactosa evita que bacterias potencialmente dañinas proliferen en nuestro organismo, produce una mayor concentración de proteínas en el yogur y la fermentación da lugar a la aparición de vitaminas del grupo B, fundamentales para la correcta activación del metabolismo.

Por todo ello el yogur es un excelente alimento que no puede faltar en tu dieta y que, lejos de interferir en tu organismo si sufres intolerancia a la lactosa, te ayudará a digerirla si la has ingerido a través de otros alimentos, contribuyendo también a que tu cuerpo reciba gran parte de los nutrientes y vitaminas que necesita mientras disfrutas de todo su sabor y cremosidad.